Actualidad Logística

Uber & servicio de taxis: Cómo adaptar el modelo tradicional a las nuevas tecnologías.

Por: Nelson Fernando Mariño M.Sc.

Las recientes disputas entre quienes promocionan plataformas digitales para la prestación de servicios de transporte y los tradicionales taxistas ha dado lugar a situaciones de difícil manejo que podrían ser evitadas si se diseña un modelo alterno en el que todos tengan un espacio.

Escribir sobre cómo las aplicaciones para los smartphones están cambiando el mundo y los negocios no es una novedad. Sin embargo, voy a referirme respecto a soluciones tipo Uber o Cabify y la gran problemática que deben resolver los gobiernos locales y nacionales en cuanto al transporte individual de pasajeros y el servicio de taxis.

En el aspecto económico hay un claro desequilibrio en contra del taxista tradicional y gran parte de ese desequilibrio nace en el valor del “cupo”. El cuál representa el permiso para trabajar bajo la modalidad de servicio público de “taxi amarillo” y que se gestiona a través de una empresa autorizada a prestarlo. Su valor se ha incrementado, de manera que supera el del vehículo; en Bogotá ronda los $100 millones, en Medellín unos $70 y Barranquilla unos $60 millones de pesos.

Si una persona quiere ofrecer el servicio de taxi tradicional debe disponer entre $120 y 140 millones para poder integrarse al negocio, mientras que, si quiere hacerlo a través de UBER, su inversión es del 25-30% o menos y además con menores restricciones. ¿Es clara la diferencia? No hay que ser economista o experto financiero, para entender cuál es más rentable y las razones de inconformidad y protesta.

¿Pero por qué el cupo es un permiso a perpetuidad? ¿Quién definió que este es un derecho heredable? ¿No debería estar atado al vehículo, por unos años o su uso? Aquí es donde debe repensarse el esquema. ¿Por qué el distrito / gobierno no evalúa la compra, caducidad total o parcial de estos cupos de manera gradual? En lugar de estar proponiendo leyes que generan más trabas, estar propiciando la persecución de nuevos esquemas y agudizando el problema social, se debería buscar cuál es su origen y no buscar salidas temporales que empeoran el problema y no son una real solución, ni de largo plazo. El mundo cambió y no se puede tratar de seguir buscando solución con las mismas reglas.

¿De dónde puede salir el dinero para comprar cupos? Primero que nada, reitero el cupo debe caducar, no es un derecho eterno. Además, los recursos pueden provenir de un de un esquema mixto financiado con diferentes fuentes: organismos multilaterales, Distrito, pero la fuente principal puede venir de los mismos jugadores entrantes y con esquemas nuevos:

  • ¿Qué tal si en lugar de “prohibir UBER”, tacharlos de ilegales o perseguir las nuevas plataformas, se integran al sistema a cambio de, por ejemplo, el pago de una tarifa de $2 millones por vehículo / conductor, la cual le daría una vigencia por 2 años?
  • ¿Por qué no cobrar un impuesto TRANSITORIO de supongamos 5%, por los viajes generados por sus usuarios?

Este dinero debe usarse para comprar los cupos de los taxis tradicionales, no para financiar obras u otros propósitos. A cada plataforma entrante se le exige reportar todas sus actividades y se fiscalizan de manera rigurosa; dado que el sistema es electrónico, se facilita el control por parte de las autoridades, el registro de ingresos y la tributación. En una campaña transparente, con el dinero que se recauda mensualmente se puede hacer una oferta para comprar cupos y quienes no se acojan con el tiempo se acercarán a su caducidad.

Para taxis amarillos tradicionales, se hace una venta de nuevos cupos con vencimiento por tiempo o kilometraje y por un valor inferior suponga unos $6M, lo que además facilita la reconversión. Con el tiempo se equilibran condiciones y regulaciones para todos, se reduce la barrera de entrada y se compite en condiciones similares.

Por supuesto se deben incorporar las nuevas plataformas y tecnologías al sistema y en la regularización de estos esquemas, también se deben exigir algunas condiciones a los jugadores entrantes, como plena identificación, seguros, registro electrónico de cada transacción, entre otros.

En esa misma línea de re-idear el sistema, recuerdo un titular reciente de un estudio donde se indicaba que “el 80% de los vehículos de Bogotá viajan con 1 persona” y ¿por qué no permitir “Uber pool” o “Taxi Pool” en lugar de generar más restricciones?, ¿por qué no promover esquemas que faciliten uso compartido y combinado de diferentes medios de transporte? Por ejemplo, algo tan simple como permitir que los taxis presten servicio colectivo hasta el paradero de Transmilenio o facilitar parqueaderos “gratis” cerca de estaciones o portales.

Por el pésimo diseño de nuestra infraestructura vial, las vías son una recurso muy escaso y parte de la solución es permitir que los vehículos hagan viajes con mayor número de pasajeros. Las aplicaciones modernas facilitan este desarrollo y que diferentes usuarios compartan viajes en diferentes medios.

En nuestro país desafortunadamente existe una larga tradición de generar todo tipo trabas, reglas y restricciones que se “solucionan” con más reglas. Se debe re-pensar el esquema, hacerlo más flexible, facilitar la competencia, usar la tecnología en lugar de luchar contra ella y sobre todo adaptarse a la nueva realidad.

 

Fecha: 19/01/2017

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